En muchas ocasiones los padres separados no son conscientes de la importancia que tiene contar con un régimen de reparto de los días que sus hijos deben estar con cada uno de ellos durante esos días de vacaciones o fiestas entrañables.
La ausencia de tensión a la hora de elegir días y permitir que los menores puedan estar con el padre y la madre sin excluir al otro de esos días que para ellos son importantes, es un factor que influye en el bienestar de todos.
Si este asunto te interesa, te aconsejamos que sigas leyendo y si tienes alguna cuestión, contacta con nosotros, pues esta es una cuestión extremadamente importante que marcará la vida de tus hijos y tu relación futura con ellos.
TENENCIA.
Cuando se produce la separación de una pareja con hijos,
nuestra ley establece que los menores de 5 años quedarán bajo el cuidado de la madre, salvo que causas graves que afecten al interés del menor aconsejen apartarse de este criterio. Cuando son mayores de esta edad los padres podrán establecer de común acuerdo con quién se quedarán. Si no hay acuerdo es el juez el que decide.
LAS VISITAS Y LAS FIESTAS.
Como vemos, nuestra ley tiene como sistema básico que los niños quedarán con uno de los padres. El otro progenitor tiene lo que se llama
"derecho de visitas", que consiste en verse periódicamente con sus hijos, controlar su salud, su educación, y todo lo relacionado con su vida y crecimiento. En los convenios que hacen los progenitores como lo que en ausencia de éste establece el juez, se contempla los días y horarios de las "visitas" del progenitor que no tiene la guarda con sus hijos. Pero lo que habitualmente no se contempla es con quién pasan los niños las fiestas familiares, tanto los cumpleaños, los aniversarios y, por supuesto, las fiestas tan significativas como son las de nochebuena, navidad, fin de año y año nuevo.
Esta omisión suele llevar a situaciones muy dolorosas para los hijos, consistente en que el padre no conviviente reclama que en alguna de ellas sus hijos estén con él y, eventualmente, su familia. El otro progenitor suele rechazar este pedido con la misma firmeza con que el otro reclama.
IMPORTANCIA DE NAVIDAD Y AÑO NUEVO PARA LOS HIJOS.
Las fiestas de navidad y año nuevo tienen una significación emocional muy importante para todos nosotros y más aún para los niños, a quienes se les están forjando sus recuerdos futuros. Se trata de reuniones equivalente a un cumpleaños no individual, sino de toda la familia y esta significación afectiva es potenciada por todo el entorno social, que las vive con idéntica intensidad y significación.
En esta situación, el rechazo a que el progenitor que no tiene la guarda pueda estar o comunicarse con los niños durante estas fiestas, les dejará a éstos un sentimiento de pérdida muy doloroso porque percibe como abandono amoroso esta ausencia. Y destacamos el aspecto de comunicación dado que es la que garantiza que, ante la realidad que los hijos no pueden estar al mismo tiempo con ambos padres, y que estos, separados, no tienen porqué verse compelidos a participar en la misma fiesta, es la comunicación la que permite la presencia, no física, pero sí del cariño del progenitor ausente. Esta presencia afectiva del ausente puede materializarse con una llamada telefónica después de las 12 de la noche o ir a su encuentro después de esta hora y estar un rato con sus hijos, y todas las variables con que la buena voluntad de ambos padres pueda facilitar la presencia afectiva del progenitor que en estas fiestas no está con los niños.
RECHAZO HACIA EL PROGENITOR AUSENTE.
Así como hay veces no estar previsto en los acuerdos de visitas con quién pasarán las fiestas los niños, los mismos progenitores suelen no anticiparse a tratarlo entre ellos y con sus hijos ante la proximidad de las mismas. Cuando se produce la comunicación suele ser a último momento y en base a "entendidos" que, en general, son malos entendidos. El resultado es la crispación en lugar del diálogo y la rabieta entre ambos, que los hijos perciben aunque nada se les diga, con lo cual el conflicto emocional que llevó a la separación de sus padres se le transfiere a los hijos, incorporando el mismo sentimiento contra el progenitor ausente.
De este modo se disocia a los niños que por un lado, como hijos, sienten que el ausente los abandona, y por otro, identificados con el rechazo del progenitor que tiene la guarda contra el otro, odian al progenitor ausente.
En esta posición de incomunicación, los padres piensan y actúan en función de sus propios sentimientos e intereses sin contemplar los intereses de sus hijos, aunque es lo que suelen invocar.
IMPORTANCIA DE LA INCLUSIÓN DEL PROGENITOR AUSENTE.
El vínculo emocional con el progenitor ausente les permite a los hijos generar un límite en su vinculación con el progenitor que tiene la guarda. Les permite crecer y en determinado momento abandonar el hogar para hacer su vida. La aceptación por los hijos del progenitor ausente es hoy muy importante y en el futuro lo será mucho más, en tanto es previsible que al divorcio, como un límite al matrimonio, se le incorporen nuevos límites que compitan con las uniones de hecho actuales, como los matrimonios temporales, por 3, por 5 o por 10 años, al cabo de los cuales si las partes no renuevan el contrato matrimonial, se separan sin guerra ni juicio. Por ello, si es previsible que los hogares monoparentales prosperen y aun lleguen a ser lo que predomine, es conveniente modificar la actual cultura de exclusión del progenitor ausente por otra que lo incluya.
UN CAMBIO CULTURAL EN LAS FAMILIAS DE LOS PROGENITORES.
En esta sórdida guerra por la propiedad privada de los hijos hay otros protagonistas que tienen un rol muy importante: las familias de ambos progenitores. Los abuelos y tíos por parte de la madre y del padre de los niños ¿qué actitud tienen en estos conflictos? Lamentablemente, suelen reforzar la postura del propio pariente echando más leña al fuego en que se calcina la salud emocional y posibilidades de maduración de los niños.
Sin embargo, los abuelos y tíos están en mejores condiciones de comprender que el interés emocional de los niños es poder comunicarse de la mejor manera con el progenitor ausente. El peso de la lealtad familiar entre los mayores no es igual a la de los niños con el progenitor con quien viven. Los adultos pueden tomar distancia de los propios sentimientos egoístas como para pensar en la conveniencia de los niños y así aconsejar al padre y a la madre de las criaturas que no se dejen llevar por sus odios y rencores y que puedan actuar en función del interés de sus hijos. Esto requiere un cambio en la cultura familiar en que siempre se ampara la posición del propio pariente contra los de afuera. Es un cambio para el que la familia está perfectamente preparada si logran pensar que los niños en pugna son también sus parientes y que, para que crezcan adecuadamente, les conviene relacionarse tanto con la madre como con el padre, es decir, que los niños no tienen dueño.
A QUIÉN SE PUEDE RECURRIR: LOS MEDIADORES Y EL JUEZ.
Si las posturas de los progenitores y las de sus familias no resuelven la inclusión del progenitor ausente en las fiestas, la ley prevé dos caminos para solucionar el problema:
Por un lado la mediación, que es la intervención de un tercero al que se recurre para que ayude a las partes a resolver el conflicto a través del diálogo entre ellos, en el que cada parte estará asistida por su propio abogado.
Si la mediación no da resultado, se puede recurrir a la Justicia. Pero el pedido a la Justicia debe tener como objetivo inicial que el juez convoque a las partes para que se pongan de acuerdo y aún que induzca y proponga formas en que el mismo se pueda llevar a cabo. Como último recurso, si este acuerdo no se logra, el juez dictaminará lo que corresponde en beneficio de los niños.
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